miércoles, 28 de octubre de 2009

AMPAY... Te encontré Abancay...

Tiempo ignoto aquél
del que los humanos hemos perdido memoria,
tiempo en paréntesis del que nos llega la noticia
que del cielo azul una noche de plenilunio,
se desprendió una estrella.
De fuego debió ser y blanca su aureola,
porque fue a parar al pie de las montañas
del abigarrado macizo del Vilcanota...

Un apu, el mayor de todos
vestido todo de verde y con cabellera blanca
dio la voz de eureka: ¡Ampay... ¡, dijo
y aquella gema llegada del cielo,
quedó atrapada para siempre, mientras la voz... seguía viaje
repitiéndose el eco de montaña a montaña desafiando al tiempo
y a la vasta geografía de los mosaicos que hacen la Patria.

¡Ampay! Fue la voz de eureka, ¡Ampay!, esa es la palabra
bendito vocablo. acto reflejo de genuflexión y alarido de admiración
por lo que se veía en el contrafuerte de la cordillera,
Ampay, siguió viaje por los pliegues de las montañas hasta el infinito
para irradiar el significado del hallazgo...

Ampay... te descubrí Amancay
y el encanto quedó congelado para siempre…
Abajo rendida a sus pies quedó engarzada
la gema escondida irradiando esa luz blanca
que se divisa desde lo alto del Ccorahuire y el Socllaccasa.
¡Ampay...: Amancay!!... ¡Te encontré, Amancay!

Y así prendida entre zarzamoras, pisonaes, guarangos, retamas y capulíes
Amancay, se puso a germinar en medio del follaje,
el verde de las intimpas y el gris de los pattis.
Han llegado hasta aquí los viajeros quichuas,
y se han estacionado, porque las aguas de la cascabel
que baja fría y serpeante, bulliciosa y peligrosa
desde lo alto de Rontoccocha los hechizó para siempre.
Aquí se quedaron los quichuas viajeros adornando sus cabezas
y la de sus llamas y alpacas con flores de guarangos y tucnaes
Estos que son la sangre materna de la abanquinidad
en el comienzo del comienzo del árbol genealógico de nuestra estirpe.

Quichuas arrieros, viajeros en busca del sol,
nómades que orillaban la cadena de montañas,
aceptaron el reto de domar el infranqueable suelo
que habían descubierto sus pies.

Y de caminantes empedernidos que eran
dejaron que sus animales se alimentaran del kikuyu,
mientras ellos agachaban la cabeza para buscar aguaymantos
y sus mujeres averiguaban la utilidad del limancho.
Así entre circas, tunas y capulíes, se dedicaron a buscar pisonaes
para protegerse del sol y la lluvia y levantar sus casas.
Buscaron las tierras altas para enterrar suitupapas, papa lisas, ocas y años.
Probaron suerte con el maíz, la quinua, el tarwi y la siciliana
mientras sus mujeres removían las ollas con sachatomates y rocotos,
probando fórmulas para retener a sus maridos.

Soñaron con enderezar el Mariño para domar el caliche…
Pero, finalmente decidieron dejar las tierras bajas
para que viva tranquila y a sus anchas la willca,
la más antigua de las arañas, una semidiosa bajo estos cielos.

Días y noches cayeron sobre sus cabezas y la de sus hijos
y las de los hijos de sus hijos.
Eran dinastías quichuas que forjaron la cultura Amancay.
Más tarde cuando el Qorawire negreaba
Otros hombres: saqras con penachos en sus cabezas
Bajaron a tropel montados en extraños animales las cañadas del awki.

Al fragor de una guerra que nadie entendió,
porque unos perseguían a otros,
rompieron a fuego y espada la quietud del valle de las azucenas
y rebautizaron la bella amancay de nuestros sueños heredados,
en la Abancay mestiza que llega a nuestros días:
un rubí engarzado en el blanco de sus pétalos
atrapado en un recodo de la cadena de montañas
en su viaje al macizo de Vilcanota.

Hugoviladegut@gmail.com


                                                           "Ampay.... Te encontré Abancay"
                                                                            FOTO: Paulo Yans Sequeiros

1 comentario:

  1. Contundente profesor, veo que le encanta hablar de su tierra y eso esta bien, eso esta muy bien. Cada vez ahí menos personas que se sienten orgullosas del lugar donde nacieron, usted es un ejemplo de hombre. Por eso reitero mis felicitaciones, cada día aunque apenas van tres clases aprendo mucho de usted y creo que hablo en representación de todos mis compañeros cuando expreso estas palabras.

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