domingo, 25 de enero de 2009

ELEMENTOS HISTORICOS DEL CARNAVAL DE ABANCAY

Escribe: Hugo Efraín Viladegut Bush

A menudo solemos escuchar que “un carnaval y otro no son iguales” y que “los carnavales de antes fueron mucho mejores que los de ahora”. Empezamos por este enunciado para sostener que ni uno ni otro tienen razón. Las fiestas que se hacen costumbre, primero son tradición y antes de eso intentos por establecerlos en la memoria colectiva.

La fiesta del carnaval no es una casualidad, es resultado de una evolución que tiene su antecedente más lejano en la Hallma o “Jallma” que en la traducción de Angel Avendaño es el “aporque”(A.Avendaño: “Diccionario del Qosqo”) y bajo los cielos de Abancay es el “cultivo” que no es lo mismo que “siembra” (haciendo la advertencia para los lectores más desaprensivos). El cultivo llega con la intensidad de las lluvias en Febrero y la aparición de primeras hierbas a las que hay que eliminar para que no sofoquen al maíz sembrado en Octubre o Noviembre próximo-pasados.

El cultivo es una tarea colectiva y motiva una jornada de ayuda mutua o comunal que nuestros abuelos maternos llaman “ayni” y que en el sentido estricto de la palabra no es sino préstamo de trabajo que se paga con trabajo. La reunión de ayllus o clanes daba lugar a una fiesta colectiva -la Jallma- que en el Amanckay prehispánico ya era costumbre.

A la llegada de los conquistadores que hacen la repartija de las tierras del valle, incluyen los brazos de los aborígenes que las poblaban. Así Mariano Bastidas de la Guardia, Francisco de Villegas, Miguel de Saavedra, Ignacio Martín de Silva y Narciso Camacho de Galicia (Guillermo Viladegut Ferrufino: “Alma y Rostro de Abancay”), delimitan propiedades y con esas propiedades a los aborígenes a quienes hicieron sus colonos. Estos, conservaron las tradiciones de la siembra y el cultivo heredadas de sus ancestros.

Los conquistadores que llegaron con sus propias costumbres trajeron el carnaval. Así es como la Jallma quechua y el Carnaval europeo se transculturizan inicialmente como una competencia protagonizada por los ayllus que se convierten en haciendas y parcialidades y posteriormente en una fiesta de eclosión popular que es la que ahora conocemos.

Las divergencias se disputaban en las competencias del paki y el seqollo. El paki ponía a prueba la resistencia de las piernas de uno al golpe del más duro. El seqollo era otra demostración de machura, ponía a prueba la resistencia de las pantorrillas desnudas a la latiguera de la huaraca inflingida por el contrincante.

Al correr de los años las haciendas y parcialidades formaban sus comparsas y acudían a estas disputas con sus bebidas y comidas acompañadas de sus bandurrias. Las disputas de resistencia física y valentía demostradas en el paki y el soqollo fueron evolucionando a formas más civilizadas como el contrapunto de canciones de una y otra comparsa.

Las parcialidades del Este del valle se reunían en el barrio de Miskibamba (1) y las parcialidades del Oeste en el Barrio de Huanupata.(2). Como era de suponer la reunión de comparsas daba lugar a una gran fiesta general, en la que se compartía la comida y la bebida.

La Yunza, llamada por los mestizos “mallki”, fue entronizada recién en los años de la década del 30 en los festejos carnavaleros liderados por la autoridad municipal. “En 1938 el Alcalde de la época Luis Paz designa a Carlos Roel, Presidente de la Comisión de Festejos del Carnaval. Carlos Roel, había llegado a Abancay como Jefe de la Caja de Depósitos y Consignaciones y en su condición de funcionario había recorrido casi todo el Perú” (Guillermo Viladegut: “Mirador”, columna periodística radial de Radio Apurímac, febrero de 1978).

La memoria colectiva recuerda el mejor carnaval de todos los tiempos, la crónica del Periódico “El Imparcial” del 26 de febrero de 1938, publica un aviso del Concejo Municipal: “Día Domingo 27, Horas 5 de la tarde: Fiesta popular en la plazoleta de la esquina de la Av. Patibamba, organizada por los vecinos de ese barrio, donde por primera vez en Abancay se implantará la fiesta denominada “Yunsa”, tan popular y desde tiempos cultivada por los pueblos del Norte y Centro de la República; debiendo concurrir las reinas del Carnaval, Rey Feo y Comparsas Juveniles, amenizada también por la Banda Popular” (idem)

“Hubo una yunsa principal en la plazoleta de Patibamba, en donde se ha construido, años después el Mercado del Progreso. Hubo también otras yunsas. El Lunes en el Parque Infantil, el Martes en la Av. Arenas y el Miércoles en la Av. Núñez.- Embellecieron con su presencia la Reina Social Antonieta Benavides, la Reina del Trabajo Teresa Vivanco, la Reina Infantil Rosita Ballón, el Rey Feo Mario Astete. Con su entusiasmo acompañaron a los reyes el alcalde Luis Paz, el Presidente de la Comisión Carlos Roel. En forma espectacular y sobresaliente, el Sr. Neptalí Sevillano, abrió paso montado a la usanza antigua en un buen caballo, con su poncho de hilo y sombrero norteño.-La coronación de las reinas y el rey en el Salón Municipal fue una fiesta de luces y alegría, de poesía y serpentinas. La entrada de Ño Carnavalón, a cargo de los empleados de la Caja de Depósitos y Consignaciones fue a caballo y el entierro, el día Miércoles fue muy pintoresco, simulando un entierro verdadero, a cargo de los empleados del Concejo. Todo Abancay, estuvo en las fiestas de la yunsa, que la gente también llamó “mallqui” y que hasta ahora se escucha. También hubo quienes la llamaron: “Cortamonte”.-La yunsa de la Plazoleta Patibamba fue cortada por el Alcalde y al año siguiente, el Sr. Leopoldo Villacorta, alcalde del concejo volvió a organizar la yunsa y en el curso de la fiesta hice caer un globazo en la misma cabeza del Alcalde Dn. Leopoldo, espectáculo que fue festejado por los concurrentes y los niños que espectaban la fiesta”(Ibidem.).

Las comparsas de ayer que eran las pandillas de las haciendas que acudían a las competencias con picantes y canciones, hoy son las comparsas de los barrios y de las instituciones que se reúnen en rededor del arbol del cumplimiento del deber, forma eufemística de llamar a la yunza y de ponerle epígrafe a los encargados de plantar la yunza.

Lo que no se sabe es en qué momento la yunza viajó a las otras provincias del departamento y cómo se hizo costumbre, porque una cosa es segura: en Apurímac no hay carnaval sin yunza y no hay yunza sin carnaval, alma y cuerpo de una fiesta, la más importante de nuestro calendario.

Muchos pueblos reclaman para sí la cuna de la yunza, las serpentinas, la harina, los picantes y las letras de la música, pero esas costumbres no tienen cuna, simplemente son parte de una cultura viajera y la cultura no tiene autor conocido ni pueblo de nacimiento. Ayacucho, Apurímasc y Junín, son pueblos de una misma nación, mejor dicho son mosaicos culturales con pinceladas peculiares, pero pertenecientes a un mismo piso longitudinal. El común denominador es el idioma Quechua y el Quechua es el idioma con el que se entendieron todos los pueblos de un mismo origen cultural: la nación Wari.

De esta forma asistimos a un espectáculo ancestral cultivado por los hijos de una misma madre que es la tierra que da origen a diferentes generaciones a través del hilo del tiempo. Una tierra que tampoco distingue montañas ni valles, punas ni quebradas, ciudad ni campo, simplemente es la madre que amamanta a los hijos que forma, ve nacer, crecer, morir y resucitar en su regazo.

El carnaval es una fiesta que heredamos de nuestros padres y que nosotros heredaremos a nuestros hijos. No hay carnaval bueno ni malo, simplemente cada fiesta responde a las exigencias de cada tiempo y de cada generación.

hugoviladegut@gmail.com
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(1) Miskibamba (sust.): Miscabamba. Hoy la calle más antigua se llama de esa forma, pero en realidad es el barrio donde las vivanderas expendían sus productos a uno y otro lado de la hpy Av. Arenas. Empezaba en Chuspipata y terminaba en el Pisonay.
(2) Huanupata (Sust.): Las generaciones del siglo pasado han crecido pensando que se trataba de la calle que en los años 60 fue rebautizada como Calle Andahuaylas, en realidad el término “Huanupata”nombraba a todas las calles adyacentes y que formaban el centro comercial más importante de la ciudad. El vulgo ha rebautizado esta calle poniéndole cuatro nombres: Al tramo entre Calle Apurímac y Av. Díaz Bárcenas: Muchay calle. Entre Díaz Bárcenas y Arequipa: Aja Calle. Entre Arequipa y Calle Lima: Saqra Calle y entre Calle Lima y Trucos: Paqla Calle.

La Yunza en Abancay

La Yunza, ha cumplido 71 años de haber sido entronizada en los carnavales de Abancay por el Sr. Carlos Roel, Jefe de la fenecida Caja de Depósitos y Consignaciones y rebautizada como “Banco de la Nación”. El historiador Guillermo Viladegut cita al Periódico “El Imparcial” del 26 de febrero de 1938(*), donde aparece el programa de carnavales de la fecha:

“Día Domingo 27, horas 5 de la tarde: Fiesta Popular en la plazoleta esquina de la Av. Patibamba(**), organizada por los vecinos de ese barrio, donde por primera vez en Abancay se implantará la fiesta denominada “Yunza”, tan popular y desde tiempo cultivada por los pueblos del Norte y Centro de la República, debiendo concurrir la reinas del carnaval, Rey Feo y comparsas juveniles, amenizada por la Banda Popular”

Chabuca Granda, la principal figura de la composición del cancionero nacional ha sostenido que a los 50 años de haber aparecido una creación popular, ésta pasa a dominio público. Por extensión, podemos interpretar el aserto como que la creación particular pasa a ser folklore, es decir a ser de dominio público si en un lapso de 50 años se sigue repitiendo como una costumbre.

Al haber sobrepasado los 65 años el “mallqui” como le solemos llamar en Abancay a este árbol de regalos y colgandijas, se ha entronizado definitivamente en el dominio público y de costumbre ha pasado a ser tradición. Es probable que de aquí haya viajado a otras reparticiones de nuestro departamento, porque nadie es dueño absoluto de estas creaciones vernaculares.

El terreno fértil para esta característica especial, radica en la coincidencia de la fiesta con las ceremonias del cultivo o aporque y el “cacharpari” de los “negrillos” que se despiden con este aguinaldo hasta la siguiente navidad. Son los negrillos los que abren el calendario de festividades y bajo los cielos de Abancay, esto significa la apertura de la primera yunza del año.

La yunza carnavalera es la conclusión del contrapunto de pandillas. Cada una de ellas representa a un clan de familias o vecinos que al juntarse y disfrazarse se mimetizan para no ser reconocidos. Al encontrarse se lanzan estribillos cada cual más pícaro.

Uno de los tradicionales puntos de encuentro, lo reporta “El Extraño Indio Clemente Kespe”, novela de Guillermo Viladegut, son el Barrio de Miskabamba y el Barrio de Huanupata. En el caso de Miskabamba, punto obligado de encuentro de comparsas de Condebamba, Tamburco y Aymas era el fenecido pisonay y en Huanupata, donde se ubica el actual mercado del Progreso que tenía una planicie, confluían los grupos de Puca Puca, Patibamba y el Olivo.

Los antecedentes más antiguos de los estribillos carnavaleros, fueron “el Paki” y “el Seqollo”. Dos cruentos juegos que probaban la resistencia y machura de los líderes de los grupos y que además medían el ingenio y la intuición.

Esta tradición había sido investigada por Gilbert Urbiola Valer, poeta y periodista quien en la Revista “Centenario” del Núcleo Educativo Comunal 01 de Abancay publica su poema “Viva Abancay”, dedicándolo a los 100 años de ciudadanía de la Villa de Abancay. En esta pieza poética menciona al Paki y al Seqollo como fenecidas tradiciones de este ámbito.

Las diferencias de clanes, grupos y barrios no tiene cien años de antigüedad. Su tradición se remonta a la entronIzación de los conquistadores, que rescataron probablemente la tradición de los antiguos asentamientos humanos del Valle. Las pandillas en pugna al encontrarse en los puntos de confluencia, dirimían superioridades, presentando a su mejor hombre. Es de suponer que cada grupo iba a cada encuentro con su mejor gente y sus representantes mejor dotados.

Al transcurrir de los años, las haciendas son las que dirimían mediante estos juegos, sus diferencias, rescatando las reglas y las costumbres que le antecedían a este tipo de competencias. En los albores del carnaval que llega como costumbre europea y asentada luego bajo los cielos de Abancay, se cubrían a los contrincantes y los del clan contrario no sabían quien salía al ruedo para medir fuerzas y habilidades. Ya en la vigencia de los carnavales la cubierta, es de suponer, es el disfraz: los hombres con poncho y sombrero, embadurnado de harina o talco y rodeado de serpentinas por el cuello.

El representante, era todo un misterio. Al estar a la cabeza de la pandilla, la otra tenía que aceptar el reto y ambos luchadores, escogían de común acuerdo si el puño o la huaraca.

Si los luchadores escogían el puño, estaban decidiendo repartir honores con el Paki. Si escogían la huaraca haciéndola sonar, estaban escogiendo el Seqollo. Uno y otro tenían como meta vencer, mientras sus pares no cesaban de tocar y cantar y alentar a sus parciales.

El Paki, consistía en que dos representantes, uno de cada bando salían al frente para defender la superioridad de sus parciales. Quien empezaba doblaba una rodilla y la ponía en el piso y mostraba la otra pierna. El otro jugador debía dar su mejor golpe en el muslo de su oponente y así alternativamente ambos jugadores se daban hasta rendirse.

El Seqollo, Consistía en arremangarse el pantalón hasta la rodilla. El retador mostraba la pantorrilla y el oponente debía azotarle con la huaraca en la pierna desnuda y alternativamente dirimían superioridades hasta que alguno de ellos se rendía.

El Paki y el Seqollo, son formas primigenias del contrapunto de comparsas que luego se institucionalizaría con el carnaval que hoy conocemos. “El tapado” de los contrincantes, es el antecedente del poncho y el sombrero con el rostro embadurnado de talco para no reconocerse de un bando al otro. Los estribillos cantados, son consecuentes de las frases de aliento a los gladiadores de ayer representantes de uno y otro clan.

En estas circunstancias la yunza, es un elemento muy joven y en todo caso periférico a la fiesta misma. Introducida por un ilustre ciudadano, venido de otros lares que tuvo a su cargo la organización de la fiesta desde la oficialidad del cabildo. Sin embargo, regresando al argumento de nuestra coterránea Chabuca Granda, ya no se puede decir que es ajena a la tradición de la abanquinidad, porque su antigüedad ha sobrepasado largamente los 50 años que se toma como referente para que pase a ser patrimonio popular.

El intercambio de frases a través de las “serpentinas de conversación” en el baile de gala de carnaval, ya es una forma más avanzada y civilizada de iniciar una relación de amistad y que se observaba, aunque en círculos reducidos, entre la masa mestiza y citadina del valle de Abancay.

Una cosa es segura, el Paki y el Seqollo, los dos bruscos juegos pandilleros, encuentran su institucionalización en el carnaval, introducido por el conquistador. A la larga, evolucionan a formas menos violentas y más alegres de las que gozamos en nuestros días y que han encontrado en la yunza como la forma más original de converger más que de divergir.

Hoy en día no hay carnaval sin yunza y la yunza es el signo exterior más representativo del carnaval bajo el cielo azul añilado del Valle de Abancay.





Lima, febrero de 2008

Hugo Efraín Viladegut Bush
“Cielos de Abancay”.