miércoles, 28 de octubre de 2009

AMPAY... Te encontré Abancay...

Tiempo ignoto aquél
del que los humanos hemos perdido memoria,
tiempo en paréntesis del que nos llega la noticia
que del cielo azul una noche de plenilunio,
se desprendió una estrella.
De fuego debió ser y blanca su aureola,
porque fue a parar al pie de las montañas
del abigarrado macizo del Vilcanota...

Un apu, el mayor de todos
vestido todo de verde y con cabellera blanca
dio la voz de eureka: ¡Ampay... ¡, dijo
y aquella gema llegada del cielo,
quedó atrapada para siempre, mientras la voz... seguía viaje
repitiéndose el eco de montaña a montaña desafiando al tiempo
y a la vasta geografía de los mosaicos que hacen la Patria.

¡Ampay! Fue la voz de eureka, ¡Ampay!, esa es la palabra
bendito vocablo. acto reflejo de genuflexión y alarido de admiración
por lo que se veía en el contrafuerte de la cordillera,
Ampay, siguió viaje por los pliegues de las montañas hasta el infinito
para irradiar el significado del hallazgo...

Ampay... te descubrí Amancay
y el encanto quedó congelado para siempre…
Abajo rendida a sus pies quedó engarzada
la gema escondida irradiando esa luz blanca
que se divisa desde lo alto del Ccorahuire y el Socllaccasa.
¡Ampay...: Amancay!!... ¡Te encontré, Amancay!

Y así prendida entre zarzamoras, pisonaes, guarangos, retamas y capulíes
Amancay, se puso a germinar en medio del follaje,
el verde de las intimpas y el gris de los pattis.
Han llegado hasta aquí los viajeros quichuas,
y se han estacionado, porque las aguas de la cascabel
que baja fría y serpeante, bulliciosa y peligrosa
desde lo alto de Rontoccocha los hechizó para siempre.
Aquí se quedaron los quichuas viajeros adornando sus cabezas
y la de sus llamas y alpacas con flores de guarangos y tucnaes
Estos que son la sangre materna de la abanquinidad
en el comienzo del comienzo del árbol genealógico de nuestra estirpe.

Quichuas arrieros, viajeros en busca del sol,
nómades que orillaban la cadena de montañas,
aceptaron el reto de domar el infranqueable suelo
que habían descubierto sus pies.

Y de caminantes empedernidos que eran
dejaron que sus animales se alimentaran del kikuyu,
mientras ellos agachaban la cabeza para buscar aguaymantos
y sus mujeres averiguaban la utilidad del limancho.
Así entre circas, tunas y capulíes, se dedicaron a buscar pisonaes
para protegerse del sol y la lluvia y levantar sus casas.
Buscaron las tierras altas para enterrar suitupapas, papa lisas, ocas y años.
Probaron suerte con el maíz, la quinua, el tarwi y la siciliana
mientras sus mujeres removían las ollas con sachatomates y rocotos,
probando fórmulas para retener a sus maridos.

Soñaron con enderezar el Mariño para domar el caliche…
Pero, finalmente decidieron dejar las tierras bajas
para que viva tranquila y a sus anchas la willca,
la más antigua de las arañas, una semidiosa bajo estos cielos.

Días y noches cayeron sobre sus cabezas y la de sus hijos
y las de los hijos de sus hijos.
Eran dinastías quichuas que forjaron la cultura Amancay.
Más tarde cuando el Qorawire negreaba
Otros hombres: saqras con penachos en sus cabezas
Bajaron a tropel montados en extraños animales las cañadas del awki.

Al fragor de una guerra que nadie entendió,
porque unos perseguían a otros,
rompieron a fuego y espada la quietud del valle de las azucenas
y rebautizaron la bella amancay de nuestros sueños heredados,
en la Abancay mestiza que llega a nuestros días:
un rubí engarzado en el blanco de sus pétalos
atrapado en un recodo de la cadena de montañas
en su viaje al macizo de Vilcanota.

Hugoviladegut@gmail.com


                                                           "Ampay.... Te encontré Abancay"
                                                                            FOTO: Paulo Yans Sequeiros

martes, 27 de octubre de 2009

Todosantos en Santiago de Amancay

La fiesta de todos los Santos es el portal de las fiestas de Santiago de Amancay, hoy Ciudad de Abancay. Los niños esperan con ilusión estas fiestas que significa un adelanto del aguinaldo de Navidad.


En estos días que heredamos, los padrinos tienen por costumbre regalar una muñeca de pan a sus ahijadas y un caballo de pan a sus ahijados.


Pero, ¿Cuál es la significatividad de este adelanto de Navidad?


Las explicaciones se han ido perdiendo en los pliegues de la historia y en nuestros días tal parece que casi nadie recuerda de dónde nos viene esta costumbre y qué significa.


"Todos los Santos" o "Todosantos", en la creencia popular es la fiesta de los vivos, algo así como la fiesta de quienes están de turno en el Kaypacha o el mundo de hoy, un pretexto para que los parroquianos coman y beban y salgan de la rutina.


En el calendario de festividades, sin embargo, es el dìa de los santos que no tienen nombre en el santoral católico y éstos son los niños que no tienen mácula, porque la festividad de los muertos es el 2, "día de las almas benditas del purgatorio" como bien decía el Almanaque Bristol o el día en que los vivos se reencuentran en las oraciones y en las visitas a los cementerios con sus seres más queridos.


En una arrinconada página de nuestros abuelos conquitadores, encontré la versión que el regalo de pan representa la estampa en vivo de la huida de la familia del Niño Dios hacia Egipto. La muñeca de pan o "Tantawawa", es el niño Jesús y el caballo, en realidad no es caballo, sino un asno de pan o "Tantauywa". las niñas representan a la Virgen María y los niños a San José. Se completa así el cuadro del Día de los Inocentes que parece representar el "Día de Todos los Santos", es decir el día de los santos sin nombre propio en el santoral.


Nuestros abuelos indios aprendieron rápidamente la costumbre española y la hicieron suya, porque sabido es que los niños andinos eran objeto de sacrificio en la boca de las chinkanas o cuevas profundas enclavadas en los aukis, cerros menores, que en la mitología andina es la conwexión del Kaypacha con el Oqoypacha, en cristino, el mundo en que vivimos con el mundo de dónde venimos y hacia dónde llegarán nuestros restos después de muertos. Según la creencia popular, mandar de regreso a los niños al Oqoypacha (el mundo de adentro) es desprenderse de quien uno más quiere para recibir los dones de la tierra: lluvia, frutos, pastos, es decir: prosperidad.


En el Abancay de nuestros recuerdos heredados, la fiesta de todos los santos se celebra para asegurar que las almas de esos niños, objeto de sacrificio, están efectivamente en el mundo de la luz o el Hanaqpacha (la tierra del más allá). Coincidentemente "Todosantos" es la antesala de lo que será el día 3 de Noviembre: la elevación de la antigua Villa de Santiago de los Reyes de Amankay a Ciudad de Abancay, una fiesta mestiza, muy citadina pero de gran arraigo abanquinista.


Las tantawawa y los tantauywa, por llamar así a las guaguas y acémilas de pan, se preparan con masa de pandepasa o pan dulce decorado con grageas y chocolatillos y máscaras de yeso artísticamente confeccionadas en el tamaño proporcional a la guagua. En Abancay se inventó la particular forma de despanzurrar las muñecas de plástico para usar el rostro como molde y fraguar las máscaras que después los niños en fila coloreaban a pincel sopándolo en tintura de añilina.


Cada año Margarita Soto Salas, mi comadre de tantawawa, se da el trabajo de amasar la harina, cernirla y hacer muñecas y caballos de pan para sus sobrinos que no son pocos, pero también para sus amigos que son sus compadres, que tampoco somos pocos. Una costumbre que recibió en herencia de su madre: la mamá Estelita, amiga de los chocolates, caramelos, confetis, roscas azucaradas y pandepasas, que nunca faltaban en los bolsillos de su guardapolvo para repartirlos entre la chiquillada de aquel tiempo feliz de nuestra niñez.


Así es como se trasmite esta costumbre de padres a hijos y de hijos a nietos.


Para la Iglesia Católica, los vivos estamos en la Iglesia peregrina. Los muertos están en el purgatorio, antesala del cielo, llamada también Iglesia purgante, porque los difuntos necesitan purificarse antes de alcanzar la gloria. Los que vivimos en la glesia peregrina, debemos orar por ellos para ayudarlos en su tarea de alistarse para que alcancen la salvación.


Hay pues, evidentemente, en el mundo andino una conectividad entre los sacrificios cruentos de niños en los umbrales de las cuevas en pro de la fertilidad de la pachamama (madre tierra) y la matanza de niños inocentes por orden de Herodes el Grande, rey de Judea, persiguiendo al Mesías recién nacido. La reproducción de la huída a Egipto en los tantawawa y en los tantauywa es la catarsis por el remodimiento de la ancestral y fatal herencia de nuestros padres andinos.


hugoviladegut@gmail.com

martes, 17 de febrero de 2009

¿Huanupata o Wanuplata?


Escribe: Hugo Viladegut Bush

El más importante centro comercial de Abancay ha sido desde el tiempo de las haciendas Wanupata. El término no se refería a una calle, sino al barrio ubicado en las afueras de la Hacienda Patibamba.

La calle rebautizada en 1960 por el alcalde Arturo Miranda como Calle Andahuaylas en recuerdo al escritor José María Arguedas en realidad nunca debió perder su esencia tradicional, ni los nombres que nos animan a rememorarlos.

Paqlacalle, (Calle de los Pelados) el tramo entre Trucos y la calle Lima, donde hasta el diablo perdió el poncho por pasarse de copas.
Saqracalle (Calle de los Diablos) para el tramo entre Lima y Arequipa, la parte más empinada por donde entraban los negrillos de Cachihuancaray.
Ajacalle, (Calle de la Chicha) para el tramo de las picanterías y chicherías entre calle Arequipa y Díaz Bárcenas.
Muchaycalle, (Calle del beso) para el tramo donde se refugiaban los enamorados para confesarse amor entre Díaz Bárcenas y Apurímac.

El nombre de Wanupata corresponde al barrio de la vendimia a ras del suelo en el centro comercial más importante del siglo pasado, porque esa fue nuestra costumbre. Costumbre que impusieron vivanderas, abaceras, panaderas y carniceras que hicieron la historia de Abancay.

A ellas les debemos: el rescate de la Virgen del Rosario que alguien pretendió llevársela para Huancarama. La entronización del Sr. De la Caída en el calichoso suelo del Barrio Victoria que dejó de ser protección particular en un domicilio de la Calle Lima. La defensa de la Escuela Normal “La Salle” que Andahuaylas pretendió llevarse cuando fue directora de Educación Superior María Martha Pajuelo en 1969, la organización del Centenario de Abancay en 1974, la gestión de la Universidad Tecnológica de los Andes que Luis Alberto Sánchez pretendió desconocer en 1978, la gestión del Mercado de Abastos ante la Junta de Obras Públicas en 1960 y el levantamiento de los cimientos del Mercado Progreso en 1970 que debió conservar su nombre de Wanupata.

Wanupata fue descrita por Arguedas como un lugar pestilente de aguas sucias, pero se debe entender el contexto. En ese entonces las aguas servidas de las vivanderas utilizaban la gran canaleta del Río Kolqaki para ser lavadas en los regadíos de Patibamba.

En Wanupata florecieron negocios de gran envergadura: las Boticas “Belga” del Dr. Cartagena y “Perla” de Consuelo Vivanco, la lechería “Samanez”, los almacenes de José Domingo Loayza, La Renovadora “El Grauino” de Abdón Trujillo, el almacén de Raquel Torreblanca, la Imprenta “El Meridiano” de Gonzalo Sotelo, la Talabartería Elguera, los consultorios del Dr. Guillermo Díaz de la Vega, Juan M. Hercilla y Melitón Casaverde, la Modistería de Pancho Cárdenas, las panaderías Orozco y de Esther Montesinos, el taller de modas de Conchita Casafranca, el coliseo de Gallos de Ernesto Velarde, la ferretería de Dionisio Oyanguren, el almacén de Mauro Herrera Altamirano, el Almacén Matamoros y las conocidas picanterías, algunas de las cuales todavía perduran.

La razón de esta aglomeración de negocios era el gasto de los jornales de los trabajadores de la hacienda principalmente los días sábado. Las comerciantes rescatistas y las campesinas que vendían el beneficio de sus gallinas, patos, cuyes, corderos, lo hacían a ras del suelo: “wanupatapi”, como decían nuestras abuelas.

La zona, pues fue acaso el primer foco de desarrollo, es decir el más importante conglomerado comercial de la Villa de los Reyes de Santiago de Abancay. Por eso, la pregunta final vendría a ser: ¿Huanupata (1) o Wuanuplata (2)?. Tal parece la solución del acertijo que deberán resolver las generaciones venideras.

(1) Hanupata: mercadería o guano a ras del suelo. Se entiende el guano como artículo de venta sobre el suelo, figurativamente como billete en gran cantidad.
(2) Wanuplata: guano o abono que vale mucho dinero. Venta de guano (u oro en polvo) a ras del suelo.


hugoviladegut@gmail.com

domingo, 25 de enero de 2009

ELEMENTOS HISTORICOS DEL CARNAVAL DE ABANCAY

Escribe: Hugo Efraín Viladegut Bush

A menudo solemos escuchar que “un carnaval y otro no son iguales” y que “los carnavales de antes fueron mucho mejores que los de ahora”. Empezamos por este enunciado para sostener que ni uno ni otro tienen razón. Las fiestas que se hacen costumbre, primero son tradición y antes de eso intentos por establecerlos en la memoria colectiva.

La fiesta del carnaval no es una casualidad, es resultado de una evolución que tiene su antecedente más lejano en la Hallma o “Jallma” que en la traducción de Angel Avendaño es el “aporque”(A.Avendaño: “Diccionario del Qosqo”) y bajo los cielos de Abancay es el “cultivo” que no es lo mismo que “siembra” (haciendo la advertencia para los lectores más desaprensivos). El cultivo llega con la intensidad de las lluvias en Febrero y la aparición de primeras hierbas a las que hay que eliminar para que no sofoquen al maíz sembrado en Octubre o Noviembre próximo-pasados.

El cultivo es una tarea colectiva y motiva una jornada de ayuda mutua o comunal que nuestros abuelos maternos llaman “ayni” y que en el sentido estricto de la palabra no es sino préstamo de trabajo que se paga con trabajo. La reunión de ayllus o clanes daba lugar a una fiesta colectiva -la Jallma- que en el Amanckay prehispánico ya era costumbre.

A la llegada de los conquistadores que hacen la repartija de las tierras del valle, incluyen los brazos de los aborígenes que las poblaban. Así Mariano Bastidas de la Guardia, Francisco de Villegas, Miguel de Saavedra, Ignacio Martín de Silva y Narciso Camacho de Galicia (Guillermo Viladegut Ferrufino: “Alma y Rostro de Abancay”), delimitan propiedades y con esas propiedades a los aborígenes a quienes hicieron sus colonos. Estos, conservaron las tradiciones de la siembra y el cultivo heredadas de sus ancestros.

Los conquistadores que llegaron con sus propias costumbres trajeron el carnaval. Así es como la Jallma quechua y el Carnaval europeo se transculturizan inicialmente como una competencia protagonizada por los ayllus que se convierten en haciendas y parcialidades y posteriormente en una fiesta de eclosión popular que es la que ahora conocemos.

Las divergencias se disputaban en las competencias del paki y el seqollo. El paki ponía a prueba la resistencia de las piernas de uno al golpe del más duro. El seqollo era otra demostración de machura, ponía a prueba la resistencia de las pantorrillas desnudas a la latiguera de la huaraca inflingida por el contrincante.

Al correr de los años las haciendas y parcialidades formaban sus comparsas y acudían a estas disputas con sus bebidas y comidas acompañadas de sus bandurrias. Las disputas de resistencia física y valentía demostradas en el paki y el soqollo fueron evolucionando a formas más civilizadas como el contrapunto de canciones de una y otra comparsa.

Las parcialidades del Este del valle se reunían en el barrio de Miskibamba (1) y las parcialidades del Oeste en el Barrio de Huanupata.(2). Como era de suponer la reunión de comparsas daba lugar a una gran fiesta general, en la que se compartía la comida y la bebida.

La Yunza, llamada por los mestizos “mallki”, fue entronizada recién en los años de la década del 30 en los festejos carnavaleros liderados por la autoridad municipal. “En 1938 el Alcalde de la época Luis Paz designa a Carlos Roel, Presidente de la Comisión de Festejos del Carnaval. Carlos Roel, había llegado a Abancay como Jefe de la Caja de Depósitos y Consignaciones y en su condición de funcionario había recorrido casi todo el Perú” (Guillermo Viladegut: “Mirador”, columna periodística radial de Radio Apurímac, febrero de 1978).

La memoria colectiva recuerda el mejor carnaval de todos los tiempos, la crónica del Periódico “El Imparcial” del 26 de febrero de 1938, publica un aviso del Concejo Municipal: “Día Domingo 27, Horas 5 de la tarde: Fiesta popular en la plazoleta de la esquina de la Av. Patibamba, organizada por los vecinos de ese barrio, donde por primera vez en Abancay se implantará la fiesta denominada “Yunsa”, tan popular y desde tiempos cultivada por los pueblos del Norte y Centro de la República; debiendo concurrir las reinas del Carnaval, Rey Feo y Comparsas Juveniles, amenizada también por la Banda Popular” (idem)

“Hubo una yunsa principal en la plazoleta de Patibamba, en donde se ha construido, años después el Mercado del Progreso. Hubo también otras yunsas. El Lunes en el Parque Infantil, el Martes en la Av. Arenas y el Miércoles en la Av. Núñez.- Embellecieron con su presencia la Reina Social Antonieta Benavides, la Reina del Trabajo Teresa Vivanco, la Reina Infantil Rosita Ballón, el Rey Feo Mario Astete. Con su entusiasmo acompañaron a los reyes el alcalde Luis Paz, el Presidente de la Comisión Carlos Roel. En forma espectacular y sobresaliente, el Sr. Neptalí Sevillano, abrió paso montado a la usanza antigua en un buen caballo, con su poncho de hilo y sombrero norteño.-La coronación de las reinas y el rey en el Salón Municipal fue una fiesta de luces y alegría, de poesía y serpentinas. La entrada de Ño Carnavalón, a cargo de los empleados de la Caja de Depósitos y Consignaciones fue a caballo y el entierro, el día Miércoles fue muy pintoresco, simulando un entierro verdadero, a cargo de los empleados del Concejo. Todo Abancay, estuvo en las fiestas de la yunsa, que la gente también llamó “mallqui” y que hasta ahora se escucha. También hubo quienes la llamaron: “Cortamonte”.-La yunsa de la Plazoleta Patibamba fue cortada por el Alcalde y al año siguiente, el Sr. Leopoldo Villacorta, alcalde del concejo volvió a organizar la yunsa y en el curso de la fiesta hice caer un globazo en la misma cabeza del Alcalde Dn. Leopoldo, espectáculo que fue festejado por los concurrentes y los niños que espectaban la fiesta”(Ibidem.).

Las comparsas de ayer que eran las pandillas de las haciendas que acudían a las competencias con picantes y canciones, hoy son las comparsas de los barrios y de las instituciones que se reúnen en rededor del arbol del cumplimiento del deber, forma eufemística de llamar a la yunza y de ponerle epígrafe a los encargados de plantar la yunza.

Lo que no se sabe es en qué momento la yunza viajó a las otras provincias del departamento y cómo se hizo costumbre, porque una cosa es segura: en Apurímac no hay carnaval sin yunza y no hay yunza sin carnaval, alma y cuerpo de una fiesta, la más importante de nuestro calendario.

Muchos pueblos reclaman para sí la cuna de la yunza, las serpentinas, la harina, los picantes y las letras de la música, pero esas costumbres no tienen cuna, simplemente son parte de una cultura viajera y la cultura no tiene autor conocido ni pueblo de nacimiento. Ayacucho, Apurímasc y Junín, son pueblos de una misma nación, mejor dicho son mosaicos culturales con pinceladas peculiares, pero pertenecientes a un mismo piso longitudinal. El común denominador es el idioma Quechua y el Quechua es el idioma con el que se entendieron todos los pueblos de un mismo origen cultural: la nación Wari.

De esta forma asistimos a un espectáculo ancestral cultivado por los hijos de una misma madre que es la tierra que da origen a diferentes generaciones a través del hilo del tiempo. Una tierra que tampoco distingue montañas ni valles, punas ni quebradas, ciudad ni campo, simplemente es la madre que amamanta a los hijos que forma, ve nacer, crecer, morir y resucitar en su regazo.

El carnaval es una fiesta que heredamos de nuestros padres y que nosotros heredaremos a nuestros hijos. No hay carnaval bueno ni malo, simplemente cada fiesta responde a las exigencias de cada tiempo y de cada generación.

hugoviladegut@gmail.com
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(1) Miskibamba (sust.): Miscabamba. Hoy la calle más antigua se llama de esa forma, pero en realidad es el barrio donde las vivanderas expendían sus productos a uno y otro lado de la hpy Av. Arenas. Empezaba en Chuspipata y terminaba en el Pisonay.
(2) Huanupata (Sust.): Las generaciones del siglo pasado han crecido pensando que se trataba de la calle que en los años 60 fue rebautizada como Calle Andahuaylas, en realidad el término “Huanupata”nombraba a todas las calles adyacentes y que formaban el centro comercial más importante de la ciudad. El vulgo ha rebautizado esta calle poniéndole cuatro nombres: Al tramo entre Calle Apurímac y Av. Díaz Bárcenas: Muchay calle. Entre Díaz Bárcenas y Arequipa: Aja Calle. Entre Arequipa y Calle Lima: Saqra Calle y entre Calle Lima y Trucos: Paqla Calle.

La Yunza en Abancay

La Yunza, ha cumplido 71 años de haber sido entronizada en los carnavales de Abancay por el Sr. Carlos Roel, Jefe de la fenecida Caja de Depósitos y Consignaciones y rebautizada como “Banco de la Nación”. El historiador Guillermo Viladegut cita al Periódico “El Imparcial” del 26 de febrero de 1938(*), donde aparece el programa de carnavales de la fecha:

“Día Domingo 27, horas 5 de la tarde: Fiesta Popular en la plazoleta esquina de la Av. Patibamba(**), organizada por los vecinos de ese barrio, donde por primera vez en Abancay se implantará la fiesta denominada “Yunza”, tan popular y desde tiempo cultivada por los pueblos del Norte y Centro de la República, debiendo concurrir la reinas del carnaval, Rey Feo y comparsas juveniles, amenizada por la Banda Popular”

Chabuca Granda, la principal figura de la composición del cancionero nacional ha sostenido que a los 50 años de haber aparecido una creación popular, ésta pasa a dominio público. Por extensión, podemos interpretar el aserto como que la creación particular pasa a ser folklore, es decir a ser de dominio público si en un lapso de 50 años se sigue repitiendo como una costumbre.

Al haber sobrepasado los 65 años el “mallqui” como le solemos llamar en Abancay a este árbol de regalos y colgandijas, se ha entronizado definitivamente en el dominio público y de costumbre ha pasado a ser tradición. Es probable que de aquí haya viajado a otras reparticiones de nuestro departamento, porque nadie es dueño absoluto de estas creaciones vernaculares.

El terreno fértil para esta característica especial, radica en la coincidencia de la fiesta con las ceremonias del cultivo o aporque y el “cacharpari” de los “negrillos” que se despiden con este aguinaldo hasta la siguiente navidad. Son los negrillos los que abren el calendario de festividades y bajo los cielos de Abancay, esto significa la apertura de la primera yunza del año.

La yunza carnavalera es la conclusión del contrapunto de pandillas. Cada una de ellas representa a un clan de familias o vecinos que al juntarse y disfrazarse se mimetizan para no ser reconocidos. Al encontrarse se lanzan estribillos cada cual más pícaro.

Uno de los tradicionales puntos de encuentro, lo reporta “El Extraño Indio Clemente Kespe”, novela de Guillermo Viladegut, son el Barrio de Miskabamba y el Barrio de Huanupata. En el caso de Miskabamba, punto obligado de encuentro de comparsas de Condebamba, Tamburco y Aymas era el fenecido pisonay y en Huanupata, donde se ubica el actual mercado del Progreso que tenía una planicie, confluían los grupos de Puca Puca, Patibamba y el Olivo.

Los antecedentes más antiguos de los estribillos carnavaleros, fueron “el Paki” y “el Seqollo”. Dos cruentos juegos que probaban la resistencia y machura de los líderes de los grupos y que además medían el ingenio y la intuición.

Esta tradición había sido investigada por Gilbert Urbiola Valer, poeta y periodista quien en la Revista “Centenario” del Núcleo Educativo Comunal 01 de Abancay publica su poema “Viva Abancay”, dedicándolo a los 100 años de ciudadanía de la Villa de Abancay. En esta pieza poética menciona al Paki y al Seqollo como fenecidas tradiciones de este ámbito.

Las diferencias de clanes, grupos y barrios no tiene cien años de antigüedad. Su tradición se remonta a la entronIzación de los conquistadores, que rescataron probablemente la tradición de los antiguos asentamientos humanos del Valle. Las pandillas en pugna al encontrarse en los puntos de confluencia, dirimían superioridades, presentando a su mejor hombre. Es de suponer que cada grupo iba a cada encuentro con su mejor gente y sus representantes mejor dotados.

Al transcurrir de los años, las haciendas son las que dirimían mediante estos juegos, sus diferencias, rescatando las reglas y las costumbres que le antecedían a este tipo de competencias. En los albores del carnaval que llega como costumbre europea y asentada luego bajo los cielos de Abancay, se cubrían a los contrincantes y los del clan contrario no sabían quien salía al ruedo para medir fuerzas y habilidades. Ya en la vigencia de los carnavales la cubierta, es de suponer, es el disfraz: los hombres con poncho y sombrero, embadurnado de harina o talco y rodeado de serpentinas por el cuello.

El representante, era todo un misterio. Al estar a la cabeza de la pandilla, la otra tenía que aceptar el reto y ambos luchadores, escogían de común acuerdo si el puño o la huaraca.

Si los luchadores escogían el puño, estaban decidiendo repartir honores con el Paki. Si escogían la huaraca haciéndola sonar, estaban escogiendo el Seqollo. Uno y otro tenían como meta vencer, mientras sus pares no cesaban de tocar y cantar y alentar a sus parciales.

El Paki, consistía en que dos representantes, uno de cada bando salían al frente para defender la superioridad de sus parciales. Quien empezaba doblaba una rodilla y la ponía en el piso y mostraba la otra pierna. El otro jugador debía dar su mejor golpe en el muslo de su oponente y así alternativamente ambos jugadores se daban hasta rendirse.

El Seqollo, Consistía en arremangarse el pantalón hasta la rodilla. El retador mostraba la pantorrilla y el oponente debía azotarle con la huaraca en la pierna desnuda y alternativamente dirimían superioridades hasta que alguno de ellos se rendía.

El Paki y el Seqollo, son formas primigenias del contrapunto de comparsas que luego se institucionalizaría con el carnaval que hoy conocemos. “El tapado” de los contrincantes, es el antecedente del poncho y el sombrero con el rostro embadurnado de talco para no reconocerse de un bando al otro. Los estribillos cantados, son consecuentes de las frases de aliento a los gladiadores de ayer representantes de uno y otro clan.

En estas circunstancias la yunza, es un elemento muy joven y en todo caso periférico a la fiesta misma. Introducida por un ilustre ciudadano, venido de otros lares que tuvo a su cargo la organización de la fiesta desde la oficialidad del cabildo. Sin embargo, regresando al argumento de nuestra coterránea Chabuca Granda, ya no se puede decir que es ajena a la tradición de la abanquinidad, porque su antigüedad ha sobrepasado largamente los 50 años que se toma como referente para que pase a ser patrimonio popular.

El intercambio de frases a través de las “serpentinas de conversación” en el baile de gala de carnaval, ya es una forma más avanzada y civilizada de iniciar una relación de amistad y que se observaba, aunque en círculos reducidos, entre la masa mestiza y citadina del valle de Abancay.

Una cosa es segura, el Paki y el Seqollo, los dos bruscos juegos pandilleros, encuentran su institucionalización en el carnaval, introducido por el conquistador. A la larga, evolucionan a formas menos violentas y más alegres de las que gozamos en nuestros días y que han encontrado en la yunza como la forma más original de converger más que de divergir.

Hoy en día no hay carnaval sin yunza y la yunza es el signo exterior más representativo del carnaval bajo el cielo azul añilado del Valle de Abancay.





Lima, febrero de 2008

Hugo Efraín Viladegut Bush
“Cielos de Abancay”.