LA VIRGEN
DEL ROSARIO Y LA ABANQUINIDAD
Escribe: Hugo Efraín Viladegut Bush*
Los pueblos siempre han festejado su onomástico cumpleaños el día de la
adquisición de su ciudadanía, porque se entiende, es la conquista de largos
años de trabajo buscando la distinción de la mayoría de edad. La fecha
fundacional, en cambio, se pierde en el laberinto del tiempo y generalmente es
el onomástico del santo patrón.
La abanquinidad es un sentimiento de
pertenencia hacia la madre tierra que nos cobijó bajo la bóveda azul que
envolvió nuestras fantasías. Este es el caso de la Villa Santiago de los Reyes
de Amancay, el nombre cristiano con que se bautiza a la cálida placenta que
forjó a generaciones de mestizos: mitad quichuas mitad españoles.
El tronar de los arcabuces la alborada del 12 de julio de 1537, día de la
Batalla de Abancay protagonizada por almagristas y pizarristas en pugna por los
límites de Nueva Castilla y Nueva Toledo, marca el nacimiento de una nueva raza
y el poblamiento del suelo calichoso de Amancay, reservado a la Viuda Negra ,
llamada por nuestros ancestros como “willka”[1] que en
cristiano viene a ser ”hijo” feroz y venenoso arácnido considerado semi dios
de la felicidad.
El mito heredado de boca a oído y de oído a la mente nos dice que quien mata a
una willka vivirá días de tristeza. La más pequeña de ellas se llama “Cusi
cusi” (alegría, alegría). Para ser feliz bajo los cielos de Abancay, dice
el mito que llega a nuestros días, se deberá dejar en paz a las willkas. Por
eso Tupanamo y sus antepasados reservaron el suelo calichoso de Amancay: entre
Chinchichaka y Ninamarka[2] y entre los
bajíos de Sawanay y el Mariño[3] para la
enigmática Willka. En cambio los kichuas tomaron para sí los humedales de
Leonpampa, Mauka Calle. Qorwani y Tampuorqo. Es decir la parte norte y cabecera
del valle.
Es en los predios de Qorwani donde se entronizó la Virgen María. Ahí fue
colocada por los pizarristas que habían quedado desperdigados en el Valle para
desenterrar los restos del tesoro de Cajamarca, escondido por la falange
pizarrista de avanzada que finalmente había sido vencida y apresada por las
huestes almagristas en el primer encontronazo al borde del Pachachaka[4].
Los gentiles, por llamar así a los indígenas y la nueva raza mestiza
aprendieron a amar a la Virgen y la tenían ahí como la madre del kaypacha[5]. Imagen
representativa de la madre tierra que a la sazón nos alumbró desde la edad de
nuestros padres. Tiempo que se pierde en el laberinto de los recuerdos que
llegan a nosotros de generación en generación.
La Virgen del Rosario y el monumento más importante de Abancay: la torre de la catedral
(Foto Ciro Palomino)
En Qorwani,
la indiada improvisó su casa y ahí la veneraba, pero ella había decidido
escapar de tanto mimo, de tantas caricias de tanta veneración y se fue mientras
todos dormían hasta lo más cálido del valle para posarse sobre una roca en cuya
cúspide crecía ichu[6], cosa
extraña, porque el ichu tiene como hábitat encima de los 3 mil metros sobre el
nivel del mar y el valle se sitúa en los 2 mil 300 metros sobre el nivel del
mar.
Los hijos de Tupanamo, el cacique indio y líder de los aborígenes y los seguidores
de Pizarro fueron a buscarla abriéndose paso entre las cabuyas, las tunas
y los guarangos y la regresaron a los humedales al pie del Ampay donde se
conecta el Kaypacha con el Oqoypacha[7] para que el
aliento de la muerte que procede de las entrañas de la tierra no se lleve a los
que estaban vivos sobre este valle.
La alegría duraría poco porque la madre de nuestros días volvió a fugar cuando
el manto de la noche cubría de crespones negros las sienes blancas de nuestro
amado Ampay y por segunda vez se posó en el mismo lugar. Lugareños y fuerinos
fueron a buscarla para traerla de regreso al sitio escogido por los aborígenes.
Pero la madre volvió a fugar por tercera vez. Entonces se entendió que no había
más que hacer, la madre quería vivir encima de las willkas, las apasankas[8] y el
chicotillo[9].
Así fue como nuestros padres conocieron y empezaron a amar a la patrona de
nuestro valle. La nueva ciudad pasaría a llamarse entonces: Villa Santiago de
los Reyes de Amancay, aborígenes y conquistadores empezaron a levantar la nueva
casa de la Virgen y a colocar la primera piedra de la torre el 7 de Octubre de
1645[10]. Es decir,
50 años antes de la terminación de la primera campana que sería colocada
conforme avanzaba la difícil edificación de la torre: piedra sobre piedra y con
argamasa de calicanto.
La “Rogativas” o “Penitencia” es el nombre de la primera campana de la catedral
de Abancay que tiene por fecha 1695[11]. Se supone
éste es el año en que fue elevada antes de que concluya la edificación de la
torre. Cuatro son las ventanas de la torre que miran a los cuatro puntos
cardinales desde donde viaja el sonido hasta los confines del valle de los
amancaes.
Españoles e indios, entonces fueron trasmitiendo este primer eslabón de nuestra
identidad perdida, a la mistiada que es el origen de la abanquinidad. La madre
de Dios, rosario en mano, venida de los oquedales donde se pierde el sol
y donde desaparecen las águilas por encima del Qorawire[12], miraba
complacida cómo se reproducían bajo sus pies, los nuevos willkas[13], ahora de
carne y hueso mitad indios mitad españoles.
La Madre del Rosario de fiesta (Foto Ciro Palomino)
Sin embargo, nunca se habían expuesto las razones por las que la madre de Dios
había vencido los océanos para posarse sobre el ichu de la roca base del altar
mayor de la iglesia de la Villa Santiago de los Reyes de Amancay. Para los
indios, era la representación de la madre tierra erigida sobre el caliche para
preservar el Kaypacha del Oqoypacha. Para los españoles, en cambio, era la
señora que los guiaba sobre las aguas y los llevaría a conquistar nuevas
tierras. Para los nuevos mistis, que somos nosotros, simplemente es nuestra
madre, pero las razones de ella sólo las sabía Santo Domingo de Guzmán.
En 1208, cuenta la tradición española,
la madre de Dios en persona enseñó a Domingo de Guzmán el Santo Rosario y la
manera de utilizarlo en el rezo diario. Es más, la misión de propagarlo y
utilizar la devoción como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe.
Domingo de
Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir
a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albigense. Ésta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro
del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como
consecuencia, para los albigenses, todo lo material es malo. El cuerpo es
material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente,
Jesús no es Dios.
Domingo
trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación,
sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. La Virgen, entonces,
se apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo
a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos
pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Efectivamente, lo
predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica[14].
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con
la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores que luego
se conoció como Dominicos o seguidores de Domingo. La orden entonces creció y
se extendió a diferentes países.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos.
Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la
Rupe y le dijo que reviviera la devoción, reiterando las promesas a los
devotos del rosario:
1. Quien rece constantemente mi Rosario,
recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que
devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de
los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes
para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de
los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las
cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados
misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte
desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y,
en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán
en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los
méritos bienaventurados.
9.
Libraré bien pronto del Purgatorio a
las almas devotas a mi Rosario.
10.
Los
hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11.
Todo
cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12.
Socorreré
en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13.
He solicitado a mi Hijo la gracia de que
todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos
los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos
muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal
manifiesta de predestinación de gloria.
Por estas razones la Virgen del Rosario llegó al Valle de Amancay y se
quedó para siempre, es ella desde aquel tiempo la madre guía de los willkas de
carne y hueso que formó en la placenta gigantesca de sus cielos y su suelo. El
día de la abanquinidad, se debe celebrar por eso el 7 de Octubre en todo lugar
dentro o fuera de nuestro valle donde haya más de dos
abanquinos . Es el reencuentro con nuestras raíces, a los pies
de la Madre de nuestros sueños: la Virgen del Rosario.
*Hugo Efraín
Viladegut Bush,
Periodista, locutor y profesor
Doctor en Educación.
[1] Willka: hijo de los awkis, destinado por
los dioses desde la eternidad para lograr la gloria.(Avendaño Angel: “La
rebelión de los mallkis”.- Antawara editores, Lima 2000.)
[4] Pachachaka: de pachacchaqi o ciempiés.
Nombra al río más importante del valle de Abancay que tiene la configuración
orográfica de un gusano.
[5] Kaypacha: En la mitología andina: el mundo
del presente o sobre la tierra donde se desarrolla la vida.
[6] Ichu, paja: Hierba de la familia de las gramíneas,
que crece hasta tres o cuatro decímetros de altura. Es propia de las tierras de
gran altitud (4 mil mts.snm) en América Meridional y América del Sur.
(Dic. de la Real Academia ).
[7] Oqoypacha: de la mitología andina. Nombra
el mundo de las entrañas de la madre tierra desde donde sale la vida y a donde
bajan los restos de los muertos.
[8] Apasanka: arácnido enorme, peludo y negro.
Artrópodo sin antenas que aparece presagiando noche de lluvia y relámpagos.
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